jueves, 6 de febrero de 2014

PELÍCULAS PREHISTÓRICAS:

Hola familias,
he estado "bicheando" por internet y he encontrado algunas películas sobre la época que nos ocupa: La Prehistoria. Muchas no son aptas para nuestr@s peques, por lo que os pongo aquellas que creo que pueden ver. Os dejo un enlace con un "breve avance" de las pelis.

NOTA: Esta información la podéis encontrar en la siguiente dirección 

Cavernícola (C. Gottlieb, 1981)

El mismo año en el que Annaud nos ilustraba y entretenía a un tiempo, llegó a las pantallas la película más delirante de nuestra lista. Porque, para empezar, el cavernícola de marras es... ¡Ringo Starr! El ex batería de los Beatles compite contra Dennis Quaid por el amor de la maciza Barbara Bach (su futura esposa) mientras trata de asegurarse ese talento para la comedia sin palabras que algunos le adjudicaron tras ver Qué noche la de aquél día, fracasando rotundamente en ambas tareas. Bueno, hay que decir que en el transcurso de sus correrías también descubre la música y los alucinógenos: algo es algo.


En busca del Valle Encantado (Don Bluth, 1988)

¡Por fin, una con dinosaurios! Y con dinosaurios bebés, además: el animador Don Bluth consiguió colarle un órdago a la grande a una Disney en horas muy bajas con esta producción, que hizo llorar y reír a muchísimos peques con las peripecias del pequeño brontosaurio Piecito y sus amigos. Bastante bien documentada dentro de lo que cabe (que sepamos, los dinos no hablaban, o al menos no tanto), En busca del Valle Encantado fue un éxito del cine dibujado en una época más bien amarga para el género, y generó varias secuelas directas a vídeo.


El hombre de California (Les Mayfield, 1992)

Dentro del subgénero prehistórico, hay un sub-subgénero que debemos mencionar, y que podía definirse como "troglodita congelado que despierta en los EE UU actuales". Este exponente tiene, además, lo que podríamos denominar "un gran interés antropológico" por diversas razones: el cavernícola de marras es Brendan Fraser, el chaval que le descubre hecho un cubito de hielo es Sean Astin (ex miembro de Los Goonies y futuro hobbit en El Señor de los anillos) y la película resulta una exhibición de las modas más horteras de los primeros 90, del chaleco al estilo de Keanu Reeves en Bill y Ted a las cintas de tenista en el pelo.


Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993)

Eso de sacar del congelador a un hombre prehistórico (o a un reptil gigante: véase El monstruo de tiempos remotos) estaba ya muy visto, así que el novelista Michael Crichton pensó "¡Sopla! ¿Y si nos sacamos de la manga unos dinosaurios fabricados con ingeniería genética?". La novela resultante fue un best seller, y a un Spielberg tan avispado como siempre le faltó tiempo para arrimarse a ella y facturar el que, hasta ahora, es el último filme de acción real con una mirada innovadora a la Protohistoria. Sabemos que el nombre de la película está mal puesto (la mayoría de los dinos que aparecen en ella son del período Cretácico), pero qué demonios: sus efectos especiales siguen apabullando, y su guión da materia prima para un musical muy chulo.


Los Picapiedra (B. Levant, 1994)


La familia más divertida de la Prehistoria ya había tenido un largometraje de animación para ella solita (El superagente Picapiedrota, de 1966), pero no fue hasta el éxito de Parque Jurásico cuando Spielberg (sí, otra vez él) pudo cumplir su sueño de llevarla a la imagen real. El hombre de la gorra se quedó con el puesto de productor, y hemos de decir que la jugada no le salió bien: pese a unos John Goodman y Rick Moranis que parecían hechos para encarnar a Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, a una Halle Berry primeriza y mollar y a la última aparición en pantalla grande de Elizabeth Taylor, el filme no resultó ninguna maravilla. Aun así, ver en carne, hueso y animatronics los míticos créditos de la serie fue un subidón.


Ice Age: la edad de hielo (C. Wedge, C. Saldanha, 2002)


Tuvieron que pasar bastantes años, y unas cuantas secuelas de Parque Jurásico, para que volviésemos a ver un filme ambientado en la Prehistoria. Sólo que, como la evolución había seguido su curso y Pixar marcaba ya la pauta, nuestro regreso a las cavernas se produjo en animación digital y sin dinosaurios de por medio: en su lugar tuvimos a un mamut (con tupé), un perezoso hiperactivo y un tigre de dientes de sable ocupados en devolver a su tribu a una niña cavernícola monísima. El éxito de la premisa ha quedado claro con la producción de sus tres secuelas, y con la condición de icono generacional alcanzada por Scrat, la ardilla robaescenas.





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